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miércoles, 18 de julio de 2012

Especial

El legado inacabado del Nelson Mandela

Con cerca de 50 asesinatos diarios, una de las mayores tasas de sida del mundo o un presidente cuyos excesos sexuales son una vergüenza nacional; los valores de libertad y progreso defendidos por el líder anti-apartheid (quien hoy cumple 94 años) no encuentran herederos
“Después de escalar una montaña muy alta, descubrimos que hay otras muchas montañas por escalar”. Estas palabras, pertenecientes a la hemeroteca verbal de Nelson Mandela, quien este miércoles cumple 94 años, definen a la perfección la actual situación a la que se enfrenta el legado del ex presidente sudafricano.

Porque con cerca de 50 asesinatos diarios, una de las mayores tasas de sida del mundo o un actual mandatario cuyos excesos sexuales son una vergüenza nacional, los herederos políticos de Mandela no han hecho sino dilapidar los valores de libertad y progreso defendidos por el líder anti-apartheid.

El legado inacabado de Nelson Mandela 
Y no son menores. En 1964, el ex presidente fue condenado a cadena perpetua por alta 
traición, acusado de preparar un levantamiento armado contra la población blanca. Una lucha contra la segregación racial de su país que le llevó a pasar 27 años en la cárcel -18 de los cuales como el prisionero número 466/64 en la isla de Robben Island-, hasta que fue liberado en 1990.

Pero el verdadero acontecimiento que forjó el carácter de Nelson Mandela fue el asesinato, tres años más tarde, de Chris Hani, líder del Partido Comunista Sudafricano (SACP, por sus siglas en inglés), a manos de un supremacionista de raza blanca.

Si Mandela hubiera llamado a la insurrección, ésta habría sido imparable. Sin embargo, pidió calma a las enfervorecidas masas para lograr que su proyecto político pudiera culminar de forma pacífica el 27 de abril de 1994, al lograr la victoria en las primeras elecciones libres tras el fin de la segregación racial.

Pese a ello, más de dos décadas después de que Nelson Mandela fuera liberado de la prisión de Robben Island, éste es exiguo legado político que, en la actual Sudáfrica, queda de su obra.

Porque apelando a enseñanzas como “hay que golpear a los homosexuales”, lo cierto es que los hábitos -y demandas- sexuales del actual presidente Jacob Zuma tan sólo han dilapidado una herencia moral, ya de por sí dañada en la pasada década.

En la actualidad, Zuma cuenta con cuatro esposas oficiales, después de un divorcio y del suicidio de su segunda consorte.

De igual modo, en 2005, el mandatario fue acusado por la hija -seropositiva- de un compañero de partido de haberla violado en repetidas ocasiones. Un juicio donde ofreció, entre otras, sus “ocurrentes” teorías de cómo un simple baño tras el acto sexual “consentido” evitaba el contagio del sida.

En ese sentido Mandela siempre fue más discreto. Tres mujeres, y todas ellas bajo unas nupcias que se produjeron después de la separación o muerte de la anterior.

Sin embargo, en virtud de esa buena estrella que ya provocará que un Mandela nonagenario le eligiera de “forma directa” para continuar su legado, las victorias de este Casanova postmoderno no se limitan al terreno amatorio.

En 2009, tan sólo unos días antes de celebrarse las elecciones, la Fiscalía general retiró los cargos por corrupción que pesaban contra él. Según estas acusaciones, cuando en 2005 Zuma era vicepresidente, el mandatario habría exigido 600.000 dólares a la empresa francesa de armas Thales Internacional para “evitar” su investigación por los pagos realizados en el pasado al Gobierno de Pretoria.

Así que con estos datos y con un país que cada día registra 50 asesinatos, algunos ya comienzan a lamentar la marcha del ex presidente Thabo Mbeki, un personaje ciertamente odiado por los líderes del gobernante Congreso Nacional Africano (ANC, por sus siglas en inglés), que jamás contó con las simpatías de Mandela, pero que llevó al país a un crecimiento económico sin paliativos.

Aunque no hay que llevarse al engaño. El lenguaje populista de Zuma parece estar a salvo.

Más aún, ante una oposición política que no encuentra un representante en condiciones -pese a todos estos escándalos, en las elecciones de 2009 Zuma obtuvo el 69,69% de los votos (la fama del mandatario le precede hasta en sus números)-; y mientras la aceptación pública del ANC no hace más que acrecentarse.

ABC.es / Foto Reuters

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